En este post quiero compartir con vosotros una experiencia vital que considero interesante y que me ha mantenido apartada de la blogosfera durante un período de tiempo demasiado grande. ¿No os habíais dado cuenta? :O Bueno, os perdonaré porque sois mis lectores favoritos, la verdad :D
El caso...¿por dónde empezar? Hace dos años terminé la carrera de Filología Clásica. Cuando empecé tenía muy claro cuál iba a ser mi fin: ser profesora; al principio lo veía fácil, luego fui tomando consciencia de las complicaciones hasta entender que me estaba metiendo en la boca del lobo sin pestañear siquiera. Sin embargo, seguí adelante. Terminé la carrera. Esperé un año y empecé el Máster en Formación del Profesorado, que era la nueva entrada al dichoso mundo docente, ese mundo que se me escapa entre los dedos con cada nuevo obstáculo; pero yo soy cabezota como yo sola y seguía caminando hacia delante, saltando obstáculos, cayendo al suelo y levantándome con cara de pocos amigos... hasta que llegué a lo que parecía el final: fin de Máster. El problema es que el destino es un cabroncete maniático que disfruta viéndonos sufrir y decidió que no había pasado por los suficientes obstáculos, así que me encontré con que las oposiciones que tanto ansiaba estaban en el limbo y ningún privado me llamaba. Hasta el moño del destino, los obstáculos, el gobierno y los colegios hice una elección difícil: irme de España; estuve en Inglaterra cuatro meses, trabajando de au-pair para mejorar mi nivel de inglés y ser más competitiva en el mercado laboral. Estando allí empezaron a llegar noticias de unas fantabulosas oposiciones masivas en Andalucía que desafiaban los recortes impuestos por el Gobierno Central... Una que ya no era la chiquilla inocente y crédula, miraba las noticias con el ceño fruncido y cara de: "claro, claro..."; esperaba noticias y seguí con cierta incredulidad la revolución de los opositores que clamaban alegremente a favor de unas oposiciones que, teniendo en cuenta el panorama, eran totalmente imposibles. Si alguno de esos opositores ilusionados lee por casualidad estas líneas...no os preocupéis, todos hemos caído en las redes de la ilusión y metido la pata, pero os diré que a mí me parecía evidente que el Gobierno central iba a intervenir en cuanto pasasen las elecciones andaluzas...En fin, lo pasado es pasado. El caso es que yo no me planteé en ningún momento opositar en Andalucía. Soy una chica coherente y bastante centradita, así que lo de hacer unas oposiciones en la otra punta del país cuando todo mi mundo está en Madrid...no, señores. Además, yo pensaba que, en caso de no aprobar (lo cual era lo más probable), me podían llamar para sustituciones y no consideré que me resultase rentable. Así que seguí esperando.
Cuando estaba a punto de volver a España, me llegaron los primeros rumores de unas posibles oposiciones en Madrid. Seguí con mucho más interés esta noticia. Sin embargo, pasaban los meses y nadie decía nada...empecé a prepararme los temas pero, sinceramente, no me apetecía ponerme a estudiar sin que alguien me asegurase que las oposiciones se iban a llevar a cabo. No contaba con la mala leche del destino. En Mayo, sin paños de agua caliente ni nada, hicieron oficial el número de plazas que se iban a convocar. 5 de latín. ¡Bien! Me dejé llevar por la ilusión, lo admito, y retomé los temas. No hubo noticias hasta Junio...momento en que nos metieron el palo. Un viernes convocaron las oposiciones. Era necesario hacer entrega de todos los documentos acreditativos en 10 días naturales, lo que incluía sábados y domingos...algunos de esos documentos sólo podían conseguirse acudiendo a la universidad o delegaciones, con lo que los sábados y domingos quedaban descartados. El lunes siguiente corrí a mi universidad a solicitar el puñetero título del Máster (no lo había cogido aún porque gastarme 80€ en un título me era imposible sin una buena razón) y a solicitar mi expediente académico (30€ me cobraron por dos malditas hojas...); lo primero, lo conseguí al día siguiente, lo segundo tardaban una semana... Sí, una semana en darme dos hojas marcadas con un sello, sin firma ni leches...Estafadores, pero ese es otro tema. El caso es que ahí empecé a darme cuenta de que algo no iba bien. Nunca he participado en oposiciones, pero si todas son así, desde luego me parece que alguien debería replantearse lo que hace, en serio. Daros cuenta que de diez días, 1 se me fue en solicitar los documentos, 5 en esperar el expediente...6 días y sólo tenía que adjuntar dos documentos de mierda, imaginaos los que tienen más cosas :O
Pasé la gymkana de solicitudes y llegó el momento de mandar los papeles. Otra Odisea. La página web habilitada para ello se colapsaba...no habían colgado instrucciones claras sobre cómo hacer el proceso, los códigos necesarios para rellenar la instancia estaban escondidos entre las casi 200 páginas del BOCM correspondiente, etc. Cuando conseguí acceder a la página y adjuntar los documentos (cosa que hice dos veces por no estar segura de haberlo hecho bien), me quedé blanca al ver que nadie me verificaba que mi solicitud hubiese sido recibida correctamente. Tuve que esperar hasta que sacaron el listado provisional de admitidos y excluidos para saber si lo había hecho bien, cosa que me parece una tomadura de pelo...¿tanto cuesta añadir alguna función al programa dichoso para que mande automáticamente un mail informando sobre el estado de la solicitud? Juer...en fin, cosas del opositor. Esperé con estoicismo mientras estudiaba en el metro, redactaba temas, me estafaban por los temarios...otra cosa curiosa de la que voy a hablaros largo y tendido en otro post, en serio. A finales de Junio salieron los listados. Estaba entre los admitidos, así que alguna de mis dos solicitudes había llegado a donde tenía que llegar, o quizás las dos, quién sabe. Una nueva esperaba para terminar informando que el día 2 de Julio tendrá lugar la primera prueba...WTF?!!!! sólo me quedaban 15 días y tenía un lío de narices porque, casualmente, estaba en pleno proceso de promoción de la novela, me había apuntado a la Escuela de Idiomas y estaba trabajando...guay...Sopesé que durante quince días mi vida social iba a ser nula.
El viernes antes del examen conseguí trabajo en un colegio privado. Ya os he dicho que el destino es un cabroncete, no os sorprendáis tanto. En ese mismo instante mi estrés por las oposiciones desapareció y decidí tomármelo como una prueba; no iba a aprobar, iba a ver cómo narices era una oposición de este tipo para estar preparada para la siguiente. Empecé a estudiar, me propuse llevar estudiados 30 temas, lo conseguí en una semana y, cuando llegó el día del examen, creo que era la única que no estaba de los nervios. Cuando llegué al instituto asignado (en el quinto pino, por cierto...a 1 hora de mi casa en coche) me encontré con la confirmación a lo que ya iba pensando: aquello era un caos y estaba mal planificado. Nos citaron a las 9. Todos creíamos que la prueba tendría lugar por la mañana, pero una vez allí se nos informó que la prueba empezaba a las 9.30 y, tras una parada para comer, continuaba hasta las 18.30... Casi me muero. Nos habíamos levantado a las 6.30 para llegar puntuales y ahora nos decían eso...¡a la porra mi plan de tirarme a la bartola por la tarde!
Para colmo, nadie sabía decirnos qué debíamos hacer. Un hombre nos mandó al aula que teníamos asignada, mientras estábamos allí otro hombres nos ordenó salir del edificio...menudo paseito. Por fin empezaron a nombrar. Me dio la sensación de que aquello era una sentencia...el hombre con voz seria y aspecto compungido iba llamando por nombre y apellidos, los desgraciados que habían sido nombrados entraban al edificio (esta vez ya podían ir a sus clases) con cara de ir al matadero y en todo el patio no se oía ni el trinar de los pájaros...sentí miedo. Pensé: Leñe, a ver si nos han engañado y esta es la forma de eliminar parados. Luego me dí cuenta de que tanto estudio me estaba volviendo paranoica y decidí que casi mejor me dejaba de pensamientos tontos. Me nombraron y entré con una sonrisa, creó que vi miradas de asombro, pero a lo mejor me lo imaginé porque llegados a este punto yo ya estaba un poco nerviosa por saber qué narices me esperaba tras la puerta asignada.
Entré en el aula. Me senté. Miré a mi alrededor y vi a gente muy rara. Todos murmuraban. Unos pocos reían nerviosos, otros revisaban el estado de sus bolis, uno miraba al techo...Encontré a una compañera de clase y entablé conversación con ella hasta que llegó la vigilante y me senté en mi sitio, puse en orden mis bolis y esperé a que me entregaran la hoja con el texto a traducir. Os diré que el examen me pareció una pasada absurda...en serio. Tres horas para traducir dos textos y hacer un comentario de cada uno; teniendo en cuenta que los textos no eran precisamente cortos (1 cara completa de texto; en el segundo estaba en dos columnas) y que uno era de un autor rebuscado: Lucrecio (maldito sea él y su De Rerum Natura), difícil de traducir y mucho más difícil de comentar. Recordé mi época universitaria, a mis profesores dándonos hojas semejantes y diciéndonos que teníamos dos horas, pero no teníamos porque llegar hasta el final; así que, ilusa de mí, me levanté y le pregunté a una atónita vigilante: ¿En serio tenemos que traducir los textos enteros o vale hasta donde lleguemos? Ella, después de recuperarse del susto, me respondió con una respuesta digna del mejor de los oráculos antiguos: Cuanto más hagas mejor. A esa gente deberían enseñarles a responder adecuadamente preguntas sencillas. No quiero saber eso, quiero saber si existe alguna norma que me diga si hay un mínimo de líneas a traducir o qué narices pasa. En fin. Volví a la mesa igual de confusa. Traduje lo que pude y cuanto pude, no me dio tiempo a hacer buenos comentarios...tampoco tenía ganas. ¿Os he comentado que el día anterior había empezado con un resfriado que me tuvo dos días en cama? Pues ese día seguía con fiebre, dolor de garganta y de cabeza...y encima me ponían delante textos ingentes que terminaron por causarme ganas de vomitar. De todas formas, con lo cabezona que soy, intenté hacer lo que pudiese. Entregué mi examen cinco minutos antes de la hora y salí a respirar (o a intentarlo) aire fresco, totalmente convencida de que ese examen lo llevaba suspenso.
Nos fuimos a comer. El aire consiguió refrescarme. Decidí que no iba a ponerme a repasar los temas porque ya era una tontería, así que me fume un par de cigarros mientras hablaba con mi madre de lo mal planificado que estaba todo y de las ganas que tenía de dormir. Llegaron las 4, nos hicieron entrar a las aulas de antes y esperamos a los temas. Toco un tema que me sabía bastante bien, así que me puse a ello sin pensarlo. A las 18.30 salí del aula bastante contenta con mi tema, porque había puesto lo que consideraba de mayor importancia y estaba segura de haberlo hecho bien. Ahora tocaba de nuevo esperar.
Volvimos a casa. A las 20h ya estaba con mi chico, medio dormida, tomando una cervecita en una terraza. Me fui temprano a casa porque estaba agotada.
Desde el día 2 de Julio han pasado 9 días. Ayer deberían haber subido las notas al espacio que han creado para ello en internet, pero como son unos chapuzas, hoy a las 12 aún no había nada y, preocupada, he llamado al centro donde me han confirmado que el espacio ese tan guay de internet se había colgado. ¿En serio no pensaron que a lo mejor, sólo a lo mejor, a la gente le hubiese interesado saberlo? Ayer estuve hasta las 12.30 de la noche pegada a la pantalla, esperando una novedad; hoy me he levantado a las 8 y he hecho lo mismo hasta las 12. Y el gran problema no es que no haya podido salir de casa en toda la mañana, no...eso me da igual. El problema es que, como todo es tan chapucero, hoy entregaban las notas y los aprobados tenían que acudir antes de las 4 al centro para entregar las programaciones didácticas...Y yo estaba de los nervios porque, en caso de aprobar, tenía que pasar antes por algún sitio para imprimir la dichosa programación y encuadernarla, y eso significaba salir de casa a la 1 como muy tarde....y eran las 12 y yo sin tener ni idea de lo que pasaba. Todo está sumamente planificado, como veis...yo vivo a una hora, pero...¿y los que viven a cuatro o cinco horas y esperaban que colgasen las dichosas notas en el apartado correspondiente para hacer algo? ¿Nadie tuvo la idea de que sería necesario avisar de lo que pasaba y pedir a la gente que llamase a los centros o se acercase para saber si pasaban a la siguiente fase o no?
En fin, hasta aquí mi maravillosa crónica de las oposiciones de secundaria. Si alguno decide presentarse, por favor, armaros de paciencia porque sino os volveréis locos, de verdad.
El siguiente post tratará sobre las academias, los temarios y todo el comité mafioso que se esconde tras ellos. Gracias por leerme y...no dudéis en compartir experiencias, opiniones o desvaríos varios. Sabéis que aquí sois bienvenidos.
Típico de los chapuzas que dirigen todo aquí.
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