lunes, 15 de octubre de 2012

Per aspera ad astra

Voy a escribiros desde la indignación de una docente, desde la frustración de una amante de la cultura y desde la ignorancia de un estudiante de la vida; a vosotros que me acompañáis en este camino por los páramos solitarios de la vida, a vosotros que veis lo mismo que yo y no dudáis en alzar la voz para protestar.
Soy profesora. Profesora de Latín y Griego, para más INRI (sólo unos pocos conoceréis el significado de estas siglas, pero supongo que todos entendéis a qué me refiero). Estudié Filología Clásica porque me enamoré del latín y del griego durante mis años de instituto. Nosotros no teníamos la optativa de Latín en 4º de ESO, sólo teníamos la Cultura Clásica para acercarnos a ese maravilloso mundo que, a pesar de estar plagado de mitos, es origen del nuestro; tres horas semanales plagadas de curiosidades, sorpresas, aventuras, dioses locos, diosas celosas, héroes y...palabras que te suenan pero no habías escuchado nunca y que, de repente, empiezan a ocupar parte de tu vocabulario. Nada más teníamos eso y, sin embargo, me enamoré de las Clásicas. Estudié un Bachillerato 100% de letras con Griego, Latín y Francés junto a las troncales. Me empapé en la lengua de nuestros antepasados. Aprendí que nuestros verbos no son tan diferentes a los que usaban los antiguos romanos; descubrí que el inglés ha heredado palabras clásicas que muchos ni siquiera sospechan; disfruté con cada rasgo cultural que aprendía...fui testigo de cómo dos hermanos gemelos fundaban la que sería la capital del mundo y cómo las rivalidades causaban la muerte de uno de ellos; escuché a la piadosa Lucrecia rogar a su marido que vengase el honor perdido tras haber sido violada por el último rey romano; presencié las luchas de poder, los pactos secretos, las traiciones y la cobardía; conocí la locura del poderoso; apoyé los grandes sueños de grandes hombres que sólo quisieron ver su nombre inscrito en tiempo... Aprendí también que "psicólogo" es "Psicólogo" y no "Sicólogo"; que "bárbaro" es una onomatopeya; que el pulgar levantado significa "iugula" y condenaba a la muerte a los pobres gladiadores; que Pericles quiso instaurar una democracia pero no supo como; que los romanos comían torrijas...bueno, parecidas; que los niños griegos también conocían las fábulas que a mí me contaba mi abuelo; aprendí que "ángel" significa "mensajero"; que todas las fobias tienen origen latino; que Amanda significada "la que debe ser amada" y Andrés significa "varón". Aprendí a diferenciar las funciones sintácticas, a entender las subordinadas adjetivas y a vislumbrar la luz del dichoso Complemento Predicativo; conocí el secreto que esconden los pronombres y los artículos...
También aprendí a expresarme con palabras cultas como "grandilocuente", "ubicuidad" (¡qué bonita palabra!), "ergo",etc., que me ayudaron a enriquecer esos temas aburridos y complicados de historia con sus comentarios sobre textos más grandilocuentes de lo que podría llegar a ser mi vocabulario nunca, o a expresar complicadas paradojas filosóficas que pretendían explicar ideas plasmadas en textos que trataban sobre mundos supraterrenales, empirismos y otros "ismos"...Incluso me sirvieron para enfocar los comentarios de historia del arte con un vocabulario técnico que no pensé llegar a manejar.
Y yo, pobre ilusa, me enamoré de ese conocimiento que me abría incontables puertas hacia el pasado, el presente y el futuro. Y decidí que yo también quería mostrar a otros jóvenes esas mismas puertas que se habían abierto para mí, porque el saber nos hace libres y, como bien me enseñó el gran Sócrates a través de su discipuli Platón, la libertad y la ignorancia están reñidas.
Sin embargo, hoy por hoy, a pesar de que suele decirse que las cosas mejoran más que empeorar, nos encontramos ante un panorama desolador, porque nuestros jóvenes, aquellos que son nuestro futuro, van a ser testigos del fin de esos saberes...dejarán de aprender vocablos latinos o griegos que les ayuden a entender las demás asignaturas, olvidarán quién fue Alejandro Magno o Lucrecia, incluso el nombre de Julio César les sonará a culebrón barato y ya ni os cuento el de Homero... Pocos alumnos podrán repetir la famosa frase γνῶθι σεαυτόν que en castellano viene a ser: "conócete a ti mismo"; pocos serán también los que puedan presumir de frase para los exámenes finales (alea iacta est) o que sabrán la forma adecuada de saludar, presentarse y despedirse en latín...
Lo harán, porque nuestros dirigentes, esos señores que se supone velan por nuestro bienestar, han decidido que nuestros jóvenes no necesitan conocer su pasado...¿para qué conocer las secesiones de la plebe romana en busca de libertades y derechos? ¿para qué hablarles sobre el triunfo de la democracia en Atenas? ¿para qué dejarles conocer la filosofía cínica y sus "no necesito más que lo preciso para no morir"? Decidme, amigos y compañeros, ¿para qué enseñarles lo que pueden conseguir luchando? ¿para qué enseñarles lo importante que es pensar por uno mismo?
En nuestro mundo, esta Hispania degenerada que guarda recuerdo de las solemnes instituciones romanas de facto, pero no de iure (es decir, de palabra pero no de hecho); que de vez en cuando se pasea ufana, presumiendo de un linaje y una presencia en la historia de una civilización a la que, por la espalda (al más auténtico estilo de los emperadores romanos), asesinan lentamente. En esta Hispania no hay lugar para el saber y, si no hay lugar para el saber, no hay espacio para las letras y la historia clásica.

Y ahora viene la parte informativa...

¿Y a qué viene esto?, os preguntaréis algunos. Mi indignación viene causada por un único hombre: Wert. Ministro español de educación (o "deseducación" porque yo aún no tengo claro si pretende educar o deseducar) que ha decidido que la mejor forma de solucionar el problema que aqueja a nuestro sistema educativo (ya terminal gracias a las vendas y antídotos usados sin conocimiento de causa) se solucionará eliminando los pilares de las humanidades: las letras y la cultura clásicas. La primera puñalada del señor Wert a la educación humanística supone eliminar la Cultura Clásica y el Latín como asignaturas optativas de la Educación Secundaria Obligatoria. Sin embargo, su scelus ( o traición criminal, porque esto va más allá de un crimen) va aún más lejos al eliminar el Griego del Bachillerato...bueno, no, no lo elimina, simplemente lo convierte en una asignatura optativa (ya no de modalidad, como venía siendo hasta ahora) de oferta no obligada (es decir, el instituto no tiene obligación a ofertar esta asignatura a sus alumnos)  en un único curso de bachillerato (en lugar de en los dos).
Un asesinato en toda regla de la cultura que se une a aquellos ya cometidos como la subida del IVA en cines y teatros; el precio fijado de los libros y la prohibición legal de bajar el IVA a los ebooks...y...¿cuántas otras barbaries de las que somos felices ignorantes?
En fin, terminaré este pequeño grito de protesta diciéndoos: aspice, respice, prospice; o...lo que es lo mismo..."Mira el presente, recuerda el pasado y observa el futuro". No permitamos que estos "idiotas" (del griego "idios" que significa "particular" y que nosotros tendríamos que entender como "el que piensa en lo suyo") nos roben el placer, el deber y el derecho de conocer de donde venimos, de aprender de los errores que ya otros cometieron. Recordad la intensa frase de Cicerón:
"Nada es más incierto que el vulgo, nada más oscuro que la voluntad de los hombres, nada más decepcionante que el sistema político".
Valete, amici! 



Sobre el impacto de la nueva reforma educativa en las humanidades.


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