martes, 12 de junio de 2012

Reflexión sobre el mundo editorial


La vida da muchas vueltas y, si no, fijaros en mi. Hace apenas un año empecé a moverme para cumplir ese sueño imposible que guardaba desde pequeña: publicar un libro. Al principio parecía eso, un sueño imposible, por el que luchaba con uñas y dientes, sabiendo que el panorama económico de España no era el mejor en esos momentos y que el mundo editorial es como un gran océano lleno de tiburones y peces que nadan impulsados por la estela de otros. Sin embargo, pronto me dí cuenta de que no era tan imposible como me parecía al principio.
Al margen de la publicación, que ha sido un final fantástico para mi historia, este recorrido por los océanos editoriales me ha proporcionado otras muchas cosas. He conocido a gente maravillosa durante este periplo, también me he encontrado con gente no tan maravillosa...con oportunistas y escritores maliciosos a los que el ego les podía; he aprendido lo que es la paciencia y, lo más importante de todo, he aprendido que no estoy sola en el camino.  Existen muchos escritores como yo, nadando a contracorriente en el océano, buscando un camino por el que salir a la superficie para poder, al fin, respirar esa bocanada de aire fresco que te deja un regusto amargo y dulce. Ha sido una experiencia vital que me ha proporcionado otra visión de mi vida, me ha animado y me ha hecho más fuerte, pero también me ha recordado lo importante que es permanecer con los pies bien fijados al suelo.
Por eso hoy, después de tanto tiempo sin escribir nada nuevo ni actualizar este pequeño universo en el que vosotros tan amablemente os habéis sumergido (como bien me recordaba el domingo una de esas maravillosas personas con las que he tenido la suerte de toparme: Raquel), he decidido contaros algo más. Algo que os sirva a aquellos que recorréis el mismo camino y que interese a aquellos que son meros espectadores de la lucha de otros. A vosotros, lectores y amigos, os dedico esta pequeña reflexión sobre el mundo editorial, la edición y los escritores.

Nadie nace sabiendo. Creo que esa es la idea que todos debemos mantener bien fresca en nuestra mente a lo largo de toda la vida, porque la vida no es un simple tránsito, la vida es un camino lleno de nuevas experiencias y nuevos conocimientos que debemos acoger con cariño y una mente abierta. El mundo editorial en ocasiones se olvida de ello y eso es, posiblemente, el motivo por el que últimamente las editoriales españolas se están encontrando en dificultades. Parece que no han cambiado su forma de ver el mundo, se han acostumbrado a tenerlo todo hecho, a no luchar por sus ventas, a no apostar por nada que no les reporte unos beneficios inmediatos... Hay tantos escritores de talento nadando por estos mares y a los que atacan sin piedad los maliciosos tiburones, que me he llegado a preguntar si acaso las editoriales no estarán ciegas y sordas, tan acostumbradas a sus aguas brillantes que han dejado de mirar a las aguas más profundas y oscuras, donde se encuentra una maravillosa fauna literaria que busca llegar hasta ellos.
Es preocupante, amigos míos, que las editoriales españolas se hayan convertido en auténticas máquinas de dinero, que hayan olvidado cuál es su verdadero objetivo: difundir la cultura. Todos los que recorremos  estos caminos hemos observado con desaliento cómo las editoriales importantes prefieren apostar por autores extranjeros, autores que ya han demostrado su valía en sus países de origen y que, por tanto, suponen una apuesta certera que les proporcionará ganancias y renombre; traducen obras provenientes de EEUU, Inglaterra, Francia, Suecia, Finlandia, Italia...pero se niegan casi en redondo a publicar a las nuevas estrellas de su propio país, bajo la excusa de que un escritor novel, desconocido, no tiene margen de ganancia. Sin embargo, a menudo han demostrado su equivocación. Muchos son los escritores noveles que, hartos de la negativa de las editoriales tradicionales, se han lanzado a una aventura en solitario y han demostrado que un novel, con esfuerzo, sacrificios e ilusión, puede llegar a lo alto sin necesidad de que una editorial haga un gran desembolso. Recordemos la maravillosa historia de Eloy Moreno y su Bolígrafo de gel verde, un escritor que optó por autoeditar su obra y demostró a las grandes editoriales que existía, que estaba ahí y que iba a luchar con uñas y dientes por conseguir que su novela tuviese el espacio que merecía en el mundo literario. Creo que pocos creyeron en él, seguramente las editoriales se reían mientras él repartía marca-páginas y hablaba de su novela con los posibles lectores; seguramente no imaginaron que podría conseguirlo sin una inversión millonaria detrás y un nombre conocido en la portada...pero lo consiguió. El bolígrafo de gel verde demostró que se merecía un espacio en el panorama literario, demostró que no todo en la literatura es dinero, que también hay que contar con la ilusión del escritor y las necesidades de los lectores...y las grandes editoriales, al ver el éxito, decidieron hacerlo suyo. Sin embargo, ¿por qué esperaron tanto? ¿por qué no vieron que esa novela era una buena apuesta? Sencillamente porque no están acostumbradas a luchar por su éxito. Vender un libro que ya ha pasado por una editorial, que ya ha sido leído por miles de lectores en otros países y que ya cuenta con una sólida base de publicidad es sencillo. Sólo hay que plantarlo en la mesa de novedades de cualquier librería, hacer algún cartelito bonito y lo tienen todo hecho...al fin y al cabo, lleva impreso en la portado un nombre que llamará la atención y en la contraportada las opiniones de prestigiosos periódicos extranjeros que provocarán la curiosidad en el lector potencial.
Hay muchos más escritores como Eloy Moreno que se han decidido por la autopublicación y luchan ahora por conseguir su sueño. Otros han fichado por ese maravilloso invento que es Amazon y que les permite llegar a mucha gente con una inversión mínima y unas condiciones bastante buenas. Otros, como es mi caso, hemos tenido la oportunidad de entrar en el mundo editorial a través del medio tradicional: una editorial. Sin embargo, no es todo tan sencillo. Cuando el editor de Editorial Hades se puso en contacto conmigo para proponerme la edición de Eterna Oscuridad no me vendió un mundo maravilloso y relajado, sino que me habló con total sinceridad de las dificultades que entraña una publicación y del duro camino que iba a emprender; me habló de la necesidad de que yo misma promocionase mi novela, que no creyese que se iba a vender sola por el simple hecho de estar en un sello editorial. No, fue sincero conmigo y me dio unas instrucciones básicas para conseguir algo. Está claro que es una editorial pequeña, pero eso tampoco me importa; creo que todas las editoriales se merecen una oportunidad, todas han empezado siendo pequeñas editoriales antes de llegar a ser reconocidas por el público y ese reconocimiento se debe a una cooperación entre el escritor y el editor. Un editor jamás debe olvidar que son sus autores los que mueven el engranaje literario y son ellos los que van a llevar la editorial a la cima o la van a dejar caer colina abajo...De eso, precisamente, se han olvidado las editoriales grandes, esas que pasaron por la misma situación hace años, esas que lucharon al principio pero que, ahora, se han acomodado y viven de las rentas o, mejor dicho, del nombre de algún escritor reconocido que siempre ha pertenecido a su sello (esto parece un trato con el demonio, sinceramente) y es por ese mismo motivo por el que miran al autor novel con desconfianza: no tienes suficientemente nivel, la obra no es comercial, ya se ha escrito mucho sobre el tema... No todos nacemos sabiendo. El papel de una editorial debería ser encontrar nuevos talentos en la cantera nacional, ayudarles a pulir su obra, enseñarles lo que deben y no deben hacer...convertirles en autores editoriales, no rechazarles sin más simplemente porque son nuevos en el mundo y no les reportarán nada más que gastos y tiempo perdido.
Yo soy una lectora voraz. He leído libros de grandes escritores y de escritores desconocidos, y muchas veces los segundos me han parecido más atrayentes que los primeros, más novedosos, más originales, más personales...se nota que son nuevos, se nota la ilusión presente en cada una de las frases y se nota que aún les queda un largo camino por recorrer. Los lectores de verdad no se fijan en el nombre que figura en la portada, sino en la verdadera naturaleza de un libro...recuerdo que hace años compré un libro al que la crítica períodística tachaba como una maravilla literaria; era de un escritor reconocido, con unos cuantos títulos a sus espaldas y bastantes fotos en las revistas literarias...lo compré y esa misma tarde lo devolví. Había leído más libros de ese señor y ese nuevo libro, esa promesa editorial, me pareció igual a los demás; misma trama, mismos personajes, misma ambientación...No, no me gustó. Los lectores no somos idiotas, sabemos cuándo un libro se escribe con cariño y dedicación, y cuando se escribe por la necesidad de escribir un nuevo "best-seller" para la editorial de turno. Lo más triste es que hay demasiados libros así en las librerías y pocos libros que merezcan realmente la pena leer, que te dejen una marca perenne en el alma.
No sé vosotros, pero yo creo firmemente que el mundo editorial se ha viciado demasiado y necesita un cambio. Alguien debería abrir una ventana y permitir que el aire fresco entre para sustituir a ese aire que ya huele a cerrado y a rancio, demasiado utilizado. Estoy a favor de los nuevos autores, de los escritores de todo el mundo que luchan por publicar y que se encuentran con las ventanas, las puertas y las rendijas selladas, por esas personas que luchan por sus sueños sin desfallecer y nos enseñan lo importante que es el esfuerzo personal para lograr alcanzar la meta.


2 comentarios:

  1. Pero que bien escribes, coño! No puedo estar más de acuerdo contigo, mi niña. Tú bien sabes que en este mundillo literario, como en cualquier otro mundillo, hay de todo; buenos y malos.
    Después están esos peces gordos llamado editores, que miran por encima del hombre a los escritores que no tienen un nombre o padrino. Y eso no es solo injusto; es realmente estúpido.
    Se les olvida que si una novela tiene chispa, tiene magia, es suficiente para convencer a los lectores. Porque por mucho que a algunos les cueste asumirlo, quienes tienen la última palabra son ellos. Y como tú bien dices, los lectores no somos idiotas, sabemos distinguir perfectamente cuando una novela es pura carnaza de ventas y cuando es una novela escrita y editada con cariño.
    En tu novela eso se nota, Enone. Y también el cariño que le pone tu editor; que es uno de esos pocos valientes que todavía apuesta y cree en las nuevas promesas. Personas así, son las que necesitan este mundillo editoral cada vez más corrompido por el interés.
    Besitos preciosa, que gran entrada!

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  2. Qué razón tenéis, siempre digo lo mismo y es que cuando alguien evoluciona, se acomoda en su pedestal y de ahí nadie le baja. Van a por lo que creen seguro, y lo seguro no tiene por qué ser bueno. Los escritores noveles para ellos somos simples trapos de algodón al lado de sus pañuelos de seda, y como los trapos, somos los despojos y no servimos para adornar sus estanterías, así ni nos llevan a tintorería ni nada. Vamos que no los cuidan. Muchos autores consagrados escriben novelas de dudosa calidad, quiero pensar que es por la presión de la editorial para sacar una novedad literaria y engrosar sus arcas, y que al autor se le escapa, por “mero despiste” que se debe a un público.

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