jueves, 29 de septiembre de 2011

Decisiones

Este relato, inspirado por dos canciones muy diferentes entre sí, quiero dedicárselo a esos compañeros que hacen de la literatura realista un auténtico arte y que me inspiran a hacer incursiones alocadas en el género para saber qué se siente.
Muchas gracias por inspirarme y ayudarme a mejorar.


© Tamara Díaz
(Reservados todos los derechos)

Ella mira el reloj con impaciencia mientras dirige miradas torvas hacia el dormitorio, donde la luz sigue encendida y no parece irse a apagar en breve. Suspira y coge el móvil entre sus manos, mirando la hora con ansia y tristeza. Le quedan diez minutos para decidirse.
-          Cariño. – llama ella con voz dulce, sin apartar la mirada del móvil.
-          ¿Sí? – responde una voz masculina desde el dormitorio.
Sabe que todo depende de ese momento y no puede echarlo a perder, así que, respira hondo, se levanta del mullido sofá donde hace una hora que descansa mientras finge leer un libro de cuyo título ni siquiera está segura, y se dirige con pasos inseguros hacia la habitación iluminada.
Mientras camina por el pasillo, ve las fotos, recuerdos de una vida, mil decepciones y alegrías colgadas en las paredes color café de aquel piso escuchimizado de Madrid donde él se empeñó en vivir. Y son esas mismas fotos las que le recuerdan todo lo que ha perdido, lo que ha dejado atrás por una vida que ni siquiera es la suya, así que sonríe y, dejando atrás el miedo y la culpabilidad, asoma la cabeza por la puerta que da al dormitorio. Dirige una mirada inocente al hombre que está en la cama, leyendo un libro que ella le recomendó, y sonríe con tristeza.
-         --  Cariño, ¿te importa si me acerco a casa de Julia? – pregunta ella con el tono más inocente que conoce.
-          ¿A estas horas? – él levanta la vista del libro y la mira, intentando decidir si lo dice en broma o en serio.
-         --  Ya sé que es tarde, es que me ha llamado hecha un mar de lágrima y…- se detiene, sonríe y sacude la mano como restándole importancia. – Mira, déjalo, tienes razón y es demasiado tarde…
-       --   Anda, vete – accede él con una sonrisa en el rostro. – Dios no quiera que yo sea el culpable de que Julia entre en crisis.
-      --    ¡Qué tonto eres! – exclama ella entre risas, mientras se dirige al armario y se pone unos pantalones y una blusa verde claro. – Seguramente haya vuelto a discutir con ese zopenco que tiene como novio… ¿en serio no conoces a nadie que podamos presentarle?
-      --   Nadie en su sano juicio aguantaría a alguien como Julia, cariño – asegura él, volviendo a perderse en la lectura. – No vuelvas tarde, ¿ok?
-      --    Tranquilo, ni siquiera notarás que me he ido – susurra ella, saliendo de la habitación con los tacones en la mano para evitar molestar a los vecinos.

Demasiado fácil, ese es el primer pensamiento que la atraviesa mientras baja las escaleras, aún descalza y con el abrigo en la mano. Hace años que la relación se enfrió, aunque siguen fingiendo que todo está igual. Ella sabe que él ya no la quiere o, por lo menos, no tanto como antes; y ella…bueno, ella le quería, pero se cansó de esperar. Se quita la goma que aprisiona sus rizos en una cómoda coleta y sacude la cabeza con fuerza, amoldando el cabello con una mano mientras con la otra rebusca en el bolso un pintalabios.
El móvil empieza a vibrar mientras ella escapa por la puerta principal. Tras unos minutos de búsqueda, lo encuentra en el fondo del bolso y sonríe al ver el número brillando en la pantalla.
-          Ya he salido, dame diez minutos y estoy allí. – dice ella sin saludar siquiera a la persona que llama – Te dije que iría, ¿no? No, no….sólo es una cena, Raúl, nada más – ríe con ganas ante un comentario de la otra persona. – Venga, anda, que ahora te veo.
Y cuelga. En la pantalla del móvil la foto de ella y Jorge en su aniversario, con el mar de Valencia de fondo, se ilumina, quizás para recordarla lo que está dejando en casa, pero ella sólo quiere sentirse querida y Raúl le da lo que Jorge ha olvidado con sus horas de trabajo, sus viajes y su cansancio… La mitad del día se siente sola en ese horroroso piso que se empeñó en comprar, la otra mitad…bueno, la otra mitad del día, prefiere no sentir demasiado por miedo a hundirse en la espiral de autocompasión.

Sólo es una cena, se repite mientras camina hacia el metro y toma el tren en dirección al centro, una cena con un amigo. Sin embargo, una irritante vocecilla en su cabeza le recuerda con insistencia que si sólo fuera una cena, se lo habría dicho a Jorge y no habría salido a escondidas de su casa. Y, por una vez, la vocecilla tiene razón y ella se para en seco en la estación de Sol, intentando buscar algo que refute la teoría de la vocecilla, pero no hay nada y eso la hace sentirse extrañamente cansada y libre. No hay nada que refute a la vocecilla porque aquello es una cita, no una simple cena, y ella sabe que esas citas suelen terminan con un par de cervezas y una escena salida de tono en algún local de moda mientras su pareja, ese hombre que ha estado con ella desde la universidad, duerme ignorante en una cama que pronto ella manchará con la mentira. Sonríe con tristeza, coge el móvil y, con dedos rápidos de quien acostumbra a hacerlo, escribe un mensaje; mira el contacto, vuelve a sonreír y le da a enviar antes de perderse en la noche, en el metro y en una vida que, aunque insulsa, es la suya.

Canciones que me han inspirado...


4 comentarios:

  1. Muy bueno. Yo lo hubiera llamado "Demasiado fácil". En el fondo es una historia bastante triste, porque la que se queda y la que está sola del todo en la calle, en el metro y en su insulsa vida, es ella.

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  2. Vaya... yo lo habría llamado "Arrepentimiento", o quízás "Marcha atrás". Qué triste, ¿no? Que crea tener el valor para lanzarse a una aventura que no tiene futuro (si pensara que existía un sentimiento más profundo no habría dado media vuelta) y no para convertir su anodina vida matrimonial en una aventura. Que se conforme con un marido que ni la mira en lugar de intentar reconquistarle.
    No, no es una decisión, sino lo contrario. No ha cambiado nada. No ha dado ningún paso, en realidad. ¿Remordimientos, cobardía, conformismo? Un alma vacía, muy triste.
    El ritmo y el tono me gustan, como de costumbre tu prosa me sugiere y me inspira. En cuanto al contenido, no tengas en cuenta mi opinión, sabes que lo mío son los finales felices.
    Besos, princesa!

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  3. Mmmmm... Ante todo, gracias por ponerle mi nombre a un personaje, aunque se trate de un personaje "invisible", o quizás ni siquiera es personaje, ni siquiera es real, pues se trata de la excusa que ella pone para que él no sospeche. En cuanlquier caso, gracias... No sé si seré demasiado presuntuosa si te pregunto si esto tiene que ver conmigo y con LE. En cualquier caso, el relato me ha gustado muchísimo; tal vez no te guste la literatura realista, pero de lo que no cabe duda es de que te desenvuelves en ella con la misma soltura que cuando nos hablas de vampiros y licántropos 8) Gracias por regalarnos este trocito de ti. En cuanto a la canción de Avril Lavigne, tendrás que decirme de dónde la has sacado, porque realmente me he quedado con ganas de pillármela. Como siempre, un post a la altura de la autora. Congratulatios 8D

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  4. Una historia muy real y un final agridulce. Siempre me he mostrado en contra de la infidelidad y aunque como te dije, este relato es una historia agridulce, esa mujer hizo lo que debía. Nadie obliga a nadie a estar con una persona y en el momento que piensa que ya su pareja no le aporta lo que necesita, pues media vuelta y listo!, pero hizo muy bien en no pagar tantos años de amor, amistad y convivencia, con traición. Me encantó Enone, un besazooo!!

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