Yo, una vez, fui eterna.
Sostuve en mis manos la primavera,
expulsé de mi cuerpo la tristeza
y guardé en mi alma una vida eterna.
Yo, una vez, fui amada.
Mantuve en mi corazón tu mirada,
saqué de mi cuerpo tu ausencia
y soñé cada noche que me besabas.
Yo, una vez, fui etérea.
Sobrevolé el mundo sin alas,
escuché sorprendida sus palabras,
y luché contra tormentas enfrentadas.
Yo, ahora... ahora yo no soy nada.
No sostengo tu vida en mi mirada,
no tengo calma en mi alma,
no lucho contra la tormenta que me mata.
Yo, ahora, solo soy una esclava,
esclava de tu mirada,
esclava del recuerdo,
esclava de una vida que no existe.
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