viernes, 19 de noviembre de 2010

La religión griega.

La religión griega, como un todo unitario, no ha existido nunca, ya que cada ciudad griega poseía unas tendencias o características religiosas propias: panteón, mitología, calendario religioso, festivales…Sin embargo, pronto todas las regiones del mundo griego comenzaron a evolucionar y presentar unas características religiosas comunes, resultado de la labor de poetas griegos como Homero o Hesíodo, que se encargaron de unificar la práctica religiosa e integrarla en la sociedad a partir de sus obras. Este afán de aunar y ordenar la religión griega, se debe sobretodo a su función como método para dar sentido y razón de ser a la vida; de este forma, la centralización de los mitos hizo posible que cualquier griego pudiese relacionar sucesos cotidianos con un mismo dios y, de esta forma, el sentido de unidad fuese mayor en Grecia. (Ejemplo: la narración de los hijos de Gea y Urano en “Teogonía” sirve para explicar a los griegos de dónde salieron los rayos y truenos)

Pronto, la religión estuvo totalmente integrada en la sociedad griega, de forma que todos los ciudadanos realizaban los ritos y poca gente había que pusiese en duda la necesidad de ellos (aunque veremos que, poco a poco, aparecen personajes que se atreven a poner en tela de juicio la existencia de unos dioses tan humanos como ellos, lo que significará el primer paso hacia la entrada de las religiones monoteístas en Grecia). Además, la religión tenía un carácter público y solía estar vinculada e, incluso, condicionada por cuestiones sociales y políticas. Otra característica importante será la limitación de la religión, ya que sólo los hombres libres jugarían un papel importante, mientras que las mujeres y los esclavos quedaban relegados a un segundo lugar.
Una característica sobradamente conocida e importante de la religión griega es el politeísmo, la construcción de un panteón con doce dioses principales (los Olímpicos, a los que se añaden luego dioses secundarios o dioses extranjeros) que pueden complementarse u oponerse; esa diversidad de posibilidades de culto hace que cada ciudad griega adopte unas preferencias (Atenas adorará a Atenea, Delfos adorará a Apolo, Corinto a Poseidón…), algo que continuará vigente hasta que en época bizantina se hizo posible el monoteísmo en Grecia.

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