miércoles, 9 de julio de 2014

Con la Iglesia hemos topado...

Retomemos el blog, pero no en su faceta literaria, sino en la faceta de opinión...Vamos a ver, yo me considero una persona respetuosa hacia todo tipo de creencias y culturas, puedo hablar con gente de diferentes ideologías religiosas sin que ese pequeño detalle empañe una agradable charla o una amistad, pero siempre hay cosas que me hacen pensar que la gente tiene un morro gigantesco.
Empecemos diciendo que la gran mayoría de colegios concertados de España es de índole religiosa y, por si no queda claro, pertenecientes a la religión católica. Estos colegios concertados son financiados por el Estado español mediante dinero público en las etapas educativas obligatorias (Primaria y Educación Secundaria), pueden tener un apartado privado en las etapas educativas no obligatorias (Infantil y Bachillerato). Ahora bien, mi problema no empieza con la financiación de estos centros que, aunque escuece un poco, tampoco me parece algo digno de escándalo teniendo en cuenta la situación del país. Mi verdadero problema aparece cuando un docente, en este caso yo misma, busca empleo y para ello manda su curriculum vitae a los diferentes colegios concertados de la zona, sin importar si son católicos, protestantes o musulmanes...me da igual porque los alumnos son alumnos estudien donde estudien y crean lo que crean. Ayer, sin ir más lejos, me presenté a una entrevista en un colegio concertado cuyo nombre mantendré en el anonimato. Cuando me llamaron para concertar la entrevista no investigue sobre el colegio porque, sinceramente, me parece absurdo preparar una entrevista (por si alguien lo duda, la gente acostumbrada a hacer entrevistas es perfectamente consciente de cuándo está preparada una entrevista, cuándo las respuestas son premeditadas y no espontáneas, etc.), así que fui al colegio y, cuando me metieron en la sala de espera, no pude menos que pensar: "Con la Iglesia hemos topado". Un marco con la foto del nuevo papa, un retablo de la virgen y el niño Jesús precioso (de estilo renacentista, con una de esas vírgenes de cara inocente y ojos de corderito degollado) y un cuadro extraño de María, José y Jesús con un intento de inscripción  en griego (mal hecha, por cierto) me recibieron y me acogieron en aquella pequeña sala, pero yo no soy de las de juzgar las creencias, así que admiré esos detalles pictóricos con ojo artístico y esperé pacientemente. Al poco tiempo me vino a buscar el señor director de la institución y me condujo a su despacho para hacerme la entrevista más rara que he tenido nunca, y digo rara porque en mi formación académica se detuvo lo que tardo en leer el curriculum para confirmar datos como: Nombre, Apellidos y DNI (...en serio...¿dónde estudiaste? No me importa ¿Qué estudiaste? Una filología cualquiera que tampoco viene al caso); a partir de ese momento la entrevista se basó en preguntas del tipo (y os digo las que más me llamaron la atención):

  • ¿Con quién te llevas mejor, con tu padre o con tu madre?
  • Cuéntame una anécdota de tu pasado.
  • ¿Cuántos amigos tienes?
  • ¿Con quién vives? (Esta creo que puede ser normal en colegios religiosos, pero a mí me chocó mucho)
Estas son las más extrañas, las que me dejaron con cara de lerda mirando al buen señor y pensando si se habría metido un chute por la mañana temprano, pero yo respondí con diplomacia y con paciencia.A estas se unían las preguntas infinitas...digo infinitas porque el buen señor no sé si estaba probando mi paciencia o mi memoria, ya que me repitió cinco veces la pregunta: "¿Qué hobbies/gustos/intereses tienes fuera del trabajo?" "Descríbete con cuatro adjetivos" Una rayada monumental, la verdad, pero seguí respondiendo. 
Luego llegó la gran pregunta, una pregunta que lo era todo en la entrevista, creo. Daba lo mismo mis estudios, mis experiencias, mi forma de ser, mis hobbies o a quién quería más...la entrevista podría haber empezado y acabado con una pregunta tan simple como: "Busca cinco valores y órdenalos en tu escala de valores". me quedé atónita porque yo eso de los valores...bueno, viene inherente a cada persona, si alguien sabe jerarquizar los valores de su vida es que no los tiene muy interiorizados, ¿eh? Pero no me rendí y pensé en los dichosos valores y los ordené...pero me olvidé de Dios, tal como me recordó el señor con una sonrisa de: ¡pillada! Y yo no sé mentir, bueno, miento sobre ciertas cosas, pero, desde luego, no pienso mentir sobre mi inclinación religiosa porque no creo que sea necesario en el siglo XXI, quizás en el XVIII sí, pero ahora...no, hombre, no. Iniciamos un debate el señor director y yo, ya que él consideraba que debería haber enviado el curriculum únicamente a centros que se adscribiesen a mis creencias, yo disentí diciendo que la profesionalidad y la lógica no me impedían trabajar en un ámbito religioso ya que mi filosofía se basaba en el respeto. Él insistió y me explicó que todas las familias que acudían a ese centro buscaban una educación religiosa para sus hijos, que nadie que no fuese católico llevaría a su hijo a un colegio católico...disentí y lo defendí con el argumento de que no hace falta ser creyente para compartir la moral y ética del cristianismo, ya que son ideas tan lógicas que deberían estar presentes en toda la sociedad, fuese católica o no. Se quedó sin argumentos, pero me dio a entender que no compartíamos la misma postura y yo lo sentí porque me había preguntado en varias ocasiones qué creía necesario a la hora de trabajar en un equipo y mi respuesta había sido la que ahora él me negaba: "respeto mutuo".
La última pregunta de la entrevista ya me pillaba un poco cansada de gilipolleces doctrinales: "¿Qué cualidades de una persona te harían chocar con ella?" Y mi respuesta fue diplomática pero sincera: "No suelo chocar con la gente, pero me molesta la intransigencia y la falta de respeto". Y así nos despedimos, con un "te llamaremos" y un "encantada de haber mantenido esta agradable charla" de mi parte.
Sin embargo, al salir, me quedé pensando. Resulta que es un colegio concertado, es decir, financiado por el Estado y por dinero que no es 100% católico, pero los docentes de ese colegio (me consta que en otros religiosos esto no pasa) están obligados a ser creyentes y practicantes (seguro que la segunda parte de la entrevista sería algo relacionado con la religión, de verdad, recitar una oración o hablar sobre el Espíritu Santo, vete tú a saber). Si no eres creyente ni practicante tienes dos opciones: mentir y vivir una mentira, o decir la verdad y olvidarte de una oportunidad como docente. Bien, hasta ahí claro, pero...¿qué pasaría si en un colegio laico se juzgase al personal docente por sus creencias? Imaginaos que un colegio concertado se niega a contratar a un docente católico apostólico romano porque no comulga con la ética del centro...¿qué pasaría entonces? Seguro que algunos lo tacharían de desigualdad y dirían que es injusto que se juzgue a alguien por sus creencias para un puesto de docencia. Y yo lo apoyaría, porque...¿qué narices tiene que ver la tos para rascarse los pies? Somos adultos y creo que cada uno es capaz de razonar y entender que las creencias no están ligadas a lo profesional, ¿no?
Bueno, pues ahora ya sabéis dos cosas: 
  1. Si no eres católico no puedes llevar a tu hijo a un colegio religioso, aunque sea el que mejor resultados académicos obtiene y quieras que tu retoño tenga eso, justamente, una buena educación.
  2. Si eres laico y tienes una entrevista en un colegio religioso piensa en las opciones: prostituir tu integridad personal o pasar del tema.
A mí me ha quedado bien clarito que ciertos grupos religiosos quieren respeto, pero no están dispuestos a respetar las creencias de los demás, aún cuando esas creencias no estén relacionadas con el quehacer profesional.
Un saludo amigos lectores y feliz semana.

1 comentario:

  1. Jajaja. O aprende uno a vivir con estas cosas o no deharemos de ignorar nunca el mundo en el que vivimos. Si da conmigo alucina en colores.

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