domingo, 16 de octubre de 2011

El bar o la muerte de un corazón

     

















© Tamara Díaz
(Reservados todos los derechos)


Me apetece decirte que ayer te volví a ver y mi corazón parece que quisiera salirse del pecho para acudir a tu encuentro, incluso mis piernas se movieron solas y mi boca esbozó una sonrisa idiota que pretendía ser un reflejo de la felicidad que sentía al ver de nuevo tu rostro.
Me apetece contarte que estuve observándote durante un tiempo desde aquel rincón oscuro del bar, con una cerveza en la mano y la intención de reunir la suficiente valentía como para acercarme y decirte algo ingenioso, hermoso o, simplemente, algo, aunque fuese tonto y careciese de sentido. Sin embargo, mi cuerpo parecía haberse quedado paralizado y no estaba por la labor de hacerme caso...las piernas me temblaron y el pulso se aceleró, incluso noté unas pequeñas palpitaciones y esa angustiosa sensación de estar enterrada viva que precede a un momento de nervios.
Me apetece que sepas que bebí la cerveza con rapidez, observando tus gestos y aquella sonrisa despreocupada mientras conversabas con tus amigos. Me sentí imbécil al encontrarme intentando leer en tus labios unas palabras dirigidas a mí, quizás el deseo de volverme a encontrar semejante al que me atenazaba en ese momento...Esperé, sentada en el sucio taburete que servía para evitar mi caída al suelo, que girases la cabeza y me vieses, pero no pasó. Hubo una ocasión en la que me pareció que me veías y sonreías...pero no era a mí. Esa chica que ahora ocupa mi puesto, un puesto que yo abandoné porque no supe apreciar, había aparecido de la nada y yo ni siquiera la había visto llegar.
Me apetece contarte que me arrepiento cada día de haberte dejado escapar, que pienso que fui una tonta al perseguir un sueño y dejarte a un lado. Quiero que sepas que no hay una sola noche en la que no sueñe que continúo a tu lado, me despierto y veo tu rostro tranquilo sonriendo entre las brumas de los sueños mientras tu brazo descansa protector sobre mi estómago... Quería decirte que echo de menos tus risas, tus bromas y tus enfados; esos ojos chispeantes que parecían desnudarme mientras hablaba y esa sonrisa pícara que me anunciaba un ataque en toda regla.
Me apetece que sepas que me fui del bar dejando tras de mí mi alma, y mi corazón creo que se quedó en ese mismo rincón oscuro desde el que te observaba, quizás ahogando sus penas en alcohol mientras se desangra lentamente sobre la sucia barra del bar, entre colillas, pipas y charcos de whisky barato.



2 comentarios:

  1. Me encanta Enone!!!! Es verdad que a veces dejamos pasar cosas y luego... nos enfadamos con nosotras mismas.
    Pero me encanta como lo expresas, las palabras que utilizas como "enterrada viva".... ultimamente, a veces, me siento de esa manera.
    Espero que las musas continuen a tu lado, porque quiero mas relatos escritos por Enone!!!!!!

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  2. ¿Cómo llamáis a esto, literatura realista? Pues no se te da mal, cielo. Me gusta tu forma de narrar sentimientos. Sigues inspirándome. Y cada vez que tus Musas te susurran al oído, las mías despiertan de su letargo, y esa afinidad me gusta también.
    Páramos de soledad... sí, este relato le hace justicia al nombre del blog.
    Pero yo le diría algo a la chica de la cerveza: no llores por lo que dejaste escapar, linda, porque al otro lado de la puerta de ese bar te espera algo más grande, algo que no puedes imaginar, algo que no llegarías a encontrar si no hubieras sido tan tonta como para dejar escapar lo que ahora crees que debía ser para ti. Así que vuelve a buscar tu corazón y sal de nuevo a la calle porque ¿quién sabe? quizás sea hoy, y mañana escribas un relato con sabor a sonrisas y a ilusión.
    Besos, espíritu afín!!

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