martes, 9 de agosto de 2011

Despertar

Un nuevo día. Abro los ojos sin muchas ganas y el sol que se filtra por la ventana me hace daño, siento el impulso de girarme y cubrirme el rostro con la almohada para intentar deslizarme de nuevo en los brazos de Morfeo, pero sé que debo levantarme. Oigo un golpe en la cocina y siento cómo mis músculos se tensan. Me incorporo lentamente y siento la cabeza embotada por el alcohol de la noche anterior, el estomágo da vueltas como si quisiera coger velocidad y salir volando, la cabeza me palpita recordándome los excesos cometidos.
Dejo que las piernas se posen sobre la mullida alfombra que cubre el frío suelo de mi habitación, muevo los dedos de los pies, disfrutando de esa sensación extraña, y suspiró antes de que mi cabeza dé órdenes al resto de mi cuerpo. Creo que mis piernas tampoco están muy católicas esta mañana, se mueven con dificultad, arrastrando los pies tras de ellas. Llego al baño y miro mi reflejo en el espejo...horrible. Tengo unas ojeras profundas y bien definidas, los rizos se me han enredado dándome el aspecto de una bruja psicótica y tengo la piel de un color enfermizo que, sinceramente, concuerda con cómo me siento. En fin. Suspiro y me lavo la cara, sintiendo el frescor del agua como un bálsamo para mi cansancio. Me vuelvo a mirar y asiento: tengo mejor aspecto. El problema será el pelo...cojo el peine y lo empapo con agua, roció mi cabeza con el acondicionador especial y dejo que el peine deshaga esa maraña de pelo.
Cuando me miro al espejo sonrío, ya parezco una persona. Salgo de la habitación con el cuerpo cansado y unas ganas locas de tomarme un café. La luz del comedor está encendida. Gruño y la apago porque ya hay suficiente luz natural. Le oigo tararear en la cocina y sonrío, olvidándome de la luz y de la tapa del baño sin bajar...Ahí está, preparando café mientras canturrea una de esas canciones de rock que tanto le gustan. Ha preparado tostadas y ya tiene dos vasos de zumo preparados. 
Cuando entro en la cocina se gira para mirarme y esboza una sonrisa deslumbrante, de esas que te hacen olvidar todo lo malo...Creo que incluso se me ha pasado la resaca. Sonrío y me acerco a él, que me espera con los brazos abiertos para abrazarme. Siento sus labios en mi cabeza y sus brazos en torno a mi cuerpo. Sonrío. Es una maravillosa manera de iniciar un día.

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